Los glaciares del Pirineo están condenados a desaparecer en las próximas décadas

Los glaciares españoles, que cubrían una superficie de 1.700 hectáreas a principios de siglo, se han reducido a 500 hectáreas, según datos del último inventario realizado en 1992. En los últimos diez años "ha continuado la regresión general" de las masas de hielo, informó ayer Jaume Bordonau, especialista en geología glaciar de la Universitat de Barcelona (UB). Y en las próximas décadas, la gran mayoría de los glaciares están condenados a desaparecer. Sólo los de mayor tamaño, como el del Aneto, tienen alguna posibilidad de salvarse, y eso suponiendo que las condiciones climáticas cambien, lo cual es mucho suponer.

Hay un consenso generalizado entre los científicos en que el retroceso de los glaciares, no solo en el Pirineo, sino en todo el mundo, se debe al calentamiento terrestre. Pero no hay consenso sobre en qué medida el calentamiento se debe a causas naturales y en qué medida se debe a la intervención humana.

El mundo acaba de salir de la pequeña edad del hielo, una época excepcionalmente fría que duró aproximadamente del siglo XVI al XIX (no hay acuerdo sobre cuándo empezó y acabó exactamente). Por lo tanto, señala Bordonau, "en el siglo XX las temperaturas han subido y los glaciares han retrocedido por causas naturales". Sin embargo, a estas causas naturales se añaden las emisiones de gases contaminantes que calientan la atmósfera.

Por lo tanto, reducir las emisiones del sector agrícola y ganadero, de las industrias y de los vehículos podría limitar el retroceso de los glaciares, pero difícilmente podría detenerlo. Y, en cualquier caso, reducir ahora las emisiones contaminantes no haría que la atmósfera se refrescara mañana, sino dentro de varias décadas, ya que "el dióxido de carbono permanece en la atmósfera unos cien años", advierte Lonnie Thompson, glaciólogo de la Universidad del Estado de Ohio y coautor de la investigación sobre el Kilimanjaro. Éste es el motivo por el que, aunque las emisiones de gases contaminantes se redujeran a corto plazo (cosa que además no ocurrirá), ya es demasiado tarde para salvar los pequeños glaciares de los Pirineos.

Según datos recogidos por la Diputación General de Aragón, que tiene un decreto específico para proteger los glaciares, todas las masas de hielo analizadas en el Pirineo han perdido grosor y superficie en la última década. Pero tan importante como esto es que algunas de ellas han perdido el estatus de glaciares. Es el caso de las once hectáreas de hielo del Posets, que en 1992 eran un glaciar y seis años más tarde no eran más que un helero.

La diferencia es crítica. Un glaciar es una masa de hielo dinámica, con sus grietas y su desplazamiento cuesta abajo: es como un río de hielo. Un helero, por el contrario, es una masa inerte, que no se desplaza sino que se limita a fundirse. A partir del momento en que un glaciar se convierte en helero ya no hay vuelta atrás, señala Bordonau. Es la diferencia que hay entre una masa de hielo viva y una masa de hielo muerta. Y lo que está pasando en el Pirineo es que cada vez más glaciares, sobre todo los más pequeños y los que están a menos altitud, están pasando el punto de no retorno.

Fuente: La Vanguardia (20/10/2002)